Hinchas argentinos

Hoy, casi terminando el campeonato más bochornoso de lo últimos tiempos, está de moda la pelea contra la violencia en el futbol, que los visitantes no pueden ir a la cancha, que el presidente de Gimnasia no puede ir por seis meses a la AFA... y todo solucionado. Más alla de eso, este post habla de los hinchas comunes.
Me gusta mucho el futbol, pero detesto a los hinchas del futbol argentino.
Para medir hasta donde puede llegar la estupidez humana basta con mirar el programa "El aguante" de TyC Sports. Parece un casting para encontrar al imbecil más grande del mundo. Los monólogos de estos lamentables argentinos (pueden ser porteños, cordobeses, rosarionos, o de donde puta fuera, la estupidez del hincha es federal), puede ir desde una amenaza, hablandole a un club como si fuera una persona, por ejemplo: "Cambaceres sos puto, cuando venís a Dalmine, venís con la policia, vigilante te vamo a matar", o hasta el esfuerzo por demostrar lo enajenado de su "pasión", por ejemplo "El día que nació mi hijo fuí a ver a Huracan. Me acuerdo que se armó bardo con la barra de Platense, los cagamos a palos a esos putos, pero terminamos todos en cana, a los cinco días conocí a mi hijo, pero no importa porque a Huracan lo quiero más que a mi vieja..." y ahí canta con otros decerebrados que van a matar a no se quien. Ojalá ese tipo muera en la próxima pelea así el hijo no lo tiene que escuchar.
Los nuevos ídolos del futbol no son ni Aguero, ni Iguain ni Gago, son los jefes de las barras bravas, ya que hoy podes ver un especial de la vida de l jefe de la barra de Boca y hasta saber de que color es la chomba Polo que estrena el alemán ese de la de River.
Los pendejos no son hinchas de un cuadro, son hinchas de la hinchada, se alegran porque la 12 muestra una bandera con colores de otro club, que supuestamente robaron o porque los borrachos del tablón se pelean con la policia paraguaya.
También se futbolizó el rock, con banderas, bengalas (ni hablar) y toda la parafernaria de las canchas. Hasta tengo la sensación de que el artista ya no tiene que impresionar al público, el público se siente obligado a impresionar al que está en el escenario.
Es notable la facilidad que tenemos los argentinos para estereotiparnos.
miremos futbol, disfrutemos, alentemos y suframos si perdemos, pero no es necesario disfrasarse de infradotado para eso.